Andrea:

Visto y considerando tu solicitud me remito a redactar unos breves párrafos con el fin de congraciarme con usted u ociarme en el deleite que poseen estas horas libres.

Por lo consiguiente paso a entablar una solicitud de matrimonio, noviazgo, tranza, filito, algo o un principio de relación; como verá, mis intenciones son claras y concisas y no un oportunismo fugaz y consecuente de un desvarío pasajero. Ud. quizá malinterprete mi proposición, pero es por ello que le informo del incondicionable amor que supo usted despertar en mi.

Quizás el método no sea el mas indicado para tal objeto pero es el único que viene a mi mente en este instante producto de mi ansiedad.

Espero que sepa disculpar tal atrevimiento, pero es que no veo la hora de conocer la humedad de sus labios, por ello demando una respuesta inmediata.

Sin mas que agregar me despido.
Atte.
Nicolás Ezequiel Iván Molina


No puedo explicarles la cara de mi hermana al encontrar esto en casa revisando viejos papeles. Hoy está casada y con 2 hijos, ya tiene 33 años, pero cuando releyó esto juro que su cara volvió a la secundaria. No miento si digo que le vi esbozar una sonrisa y brillarle los ojitos. Y me dije que este recuerdo no podía tirarse, asi que antes de que ella echara el papel a la basura le pedí que me lo diera a mi para guardarlo.

A veces me parece que hay ciertas cosas que hacen que uno se vuelva un adolescente repentinamente. Y es hermoso cuando pasa :)



Me pregunta la gente qué me pasa, por qué estoy como un estúpido cantando canciones tontas toda la tarde. Por qué me siento en la reposera del fondo de casa y me quedo horas mirando al cielo. Por qué me emociono con algunas películas, por qué sonrío ante cualquier situación. Es como si las personas no entendieran por qué uno es feliz.

Y yo ni trato de explicárselos, porque el solo hecho de que me lo pregunten hace improbable que me entiendan. Quizás para sentirse así tendrían que pasarle algo que los desacomodara, que les volteara las ideas. Y mientras pienso en esto sigo cortando el pasto de casa con una sonrisa de oreja a oreja.

Son así mis días desde que te noté tan cerca. Así de sencillos, así de especiales, así de estúpidos. Puede que tal vez los vecinos me odien por poner viejas canciones de amor a todo volumen, pero se me hace que alguno escondido tras una pared sonríe y se cuelga de alguna nube. Yo sé que sí, sé que no soy el único que anda divagando por los aires pero pisando la tierra.

Sé que cuando sonrío sin motivo alguno, las personas más especiales no preguntan nada y sonríen conmigo, sin decirme que se alegran de verme así. Aún sin saber por qué me pasa, quién es la persona que se estacionó al lado de mi ventana una noche y no volvió a desaparecer.

Y hoy me sorprendí observando fijamente la calle de mi cuadra. De la nada, apoyado sobre la reja del frente un vecino me llama a los gritos por mi nombre, y yo totalmente en otra parte lo miro y le sonrío. Y el vecino se echó a reír, un abuelo de 80 años que por lo bajo se fue diciendo "que cabeza de novio!". Antes de que se vaya le pregunto que quería, y me dijo algo que no me voy a olvidar: "no hijo, no interrumpo pensamientos de enamorados; es mas importante en quien pensabas que lo que yo te iba a decir".

Y con un gesto de incredulidad que me hizo reír nuevamente y sonrojarme, me quedé mirando como el abuelo seguía caminando hacia la esquina.

Yo no sé qué me hiciste, no sé por qué aún sin haber sentido el calor de tu piel tengo impregnado tu recuerdo en el inconsciente. No se por qué te veo en cada objeto que me rodea. No lo sé ni tampoco quiero saberlo, me alcanza con sentir esto que me tiene como un idiota merodeando por mi barrio.

Lo que no me alcanzan son las palabras para describir todo lo que dejaste en mi persona. Ni encuentro una canción que cuente nuestra historia inexistente pero perfecta. Ni las musas del poeta más grande del mundo que explique esta sensación. Y quizás nadie tenga que explicarlo, quizás esto sea tan único que solo vos y yo podamos entenderlo.

Tan único que tu mirada sobre mi vida me alcance para darle sentido.

Te siento de una forma que no tiene forma, y te me hacés inalcanzable por donde te mire. Me quedo noches espiándote apoyado en la ventana sin que te enteres, y vos seguís ahí iluminando mi sonrisa que despista a la almohada, sin saber si acabo de despertar entrada la noche. Todos tus silencios se vuelven palabras y toman la forma que vos decidas darle, dejando que mis párpados se cierren mientras te contemplan.

No exagero si confieso que una parte mía se ha sorprendido, más aún porque ya no creía que podría sorprenderse. Era ajeno a mi el sentirme conmovido al dormirme, y ahora parece que todo tiene sentido. Y que yo vuelvo a tenerlo. De fondo dejo que las notas de un piano escarben en mi alma, logrando que simplemente suspire al imaginar que un día cualquiera tendría tus ojos frente mío. Pero luego me siento un iluso que no deja de ilusionarse.

Y puede que nunca te muestre lo que provocás, puede que jamás nos veamos a los ojos. Pero dejame decirte que estaré a lo lejos inmutado ante tu belleza, suspirando por el beso que le estés arrancando a alguien, imaginandome tal vez en su lugar. Y sonreiré, y te miraré, y no me cansaré de hacerlo. Porque por mirarte la noche se hará menos larga, y al despertar me encontraré con tu imagen entre los párpados ya descansados.

Porque no habrá forma de arrancarte de ellos, y no habrá desconsuelo que haga que mi ilusión estalle en pedazos. Aún con las nulas chances de que me digas hola mientras te miro, yo te seguiré mirando. Y ojalá te escondas de la vergüenza. Ojalá te sientas despistada por mi, por saber que a alguien le cambiás el color de las noches y el sabor de las mañanas.

Pero por sobre todas las cosas, que entiendas que a partir de hoy nada volverá a ser igual en tu vida. Porque tendrás a cada segundo mi ilusión colgada de tus pasos y una sonrisa para cuando te sientas sola. Y no me digas gracias, porque el agradecido seré yo. Porque el despistado soy yo. Gracias por recordarme que aún tiemblo, que aún me pasan cosas, que aún estoy vivo.



Cuánta gente sola, ¿verdad? Cuántos corazones rotos en las esquinas, cuántas esperanzas perdidas... gente que le sonríe a la vida esperando una mínima señal que nunca llega. Gente que se deshace en los detalles, orgullosos de tenerlos... tristes y abandonados al no encontrar a nadie que tenga alguno para con ellos. Gente increíble que espera por un beso entre las sábanas, personas que con un simple llamado pueden ser felices por días, meses e incluso años.

Parece que no es tiempo de compañía en sus vidas, es como si el tiempo corriera hacia atrás constantemente en cada abrir de ojos a un nuevo día. Pero ellos mantienen su enamoramiento intacto, tan latente... que sin querer se encuentran una noche llorando a las estrellas. Implorando a quién sabe qué, un rato de felicidad... una mínima porción de sueños, un ramillete de promesas.

¿Existirá algún día el consuelo para esa gente? Me gusta pensar que si, que el que aguante tormentas y haya perdido todo pueda por fin mirar al horizonte y sonreír... devolviendo parte de su alegría a la vida, al futuro mismo... al pasado redimido. Me los imagino soñando de día y sin poder dormir de noche, contemplando a la persona que los acompañe... pensando con qué sorprenderla al día siguiente, en qué detalle reparar, en qué gesto no olvidar.

Se merecen toda mi admiración esas personas, que están ahí... rondándonos. Casi que nos piden con su mirada silenciosa un segundo de nuestra compañía, solo un rato que para nosotros quizás sea insignificante. Solo esa hora de programa de TV que no nos perdemos por nada del mundo, solo ese tiempo que nunca tenemos porque estamos ocupados sin saber por qué, sin darnos cuenta del tiempo que malgastamos.

O... o tal vez nos damos cuenta, y estamos tan solos como ellos. Tanto, que hacemos cualquier otra cosa para evitar reparar en el daño que nos hemos hecho. En desoír a nuestro corazón, en olvidar que necesitamos de alguien... que somos algo si también lo somos para alguien más. Qué perfecta frialdad la de hacer de cuenta que todo anda bien, qué triste soledad sobrellevar esa alegría.

Por ustedes, por mí, por ellos...
Ya basta de soledades apagadas, es hora de ir más allá de lo que nos dan...
Es hora de dignificar nuestros días, y de aspirar a que al finalizar la noche... nos sintamos bien con lo que somos, con lo que queremos, con lo que pedimos ser. Con ese interior que nos da miedo conocer. Con esa soledad tan nuestra que no sabemos cómo deshacer. Basta de esta abrumante angustia, dejame mostrarte lo que soy, lo que tengo... lo que no quiero ya negar. Dejame confesarte que sin tu mirada, sin que me pienses... a mí me falta algo y es fatal.

Sé que en esta confesión las cosas no van a dar un vuelco, tan solo quiero alivianar esta pena de no saber cómo mirarte sin agachar la vida. De que sepas que para mí, sos algo innombrable ... porque no encuentro la forma de expresar la vida que me regalas. No entiendo la manera en que te veo y no puedo evitar soñarte sonreír, no puedo evitar rezar por vos aunque no crea en dioses. Pero tampoco puedo negarlos, cómo hacerlo si en una mirada se encierra el mundo, si rozar tu mano me eriza el corazón y me enjuaga las lágrimas que no muestro. Las lágrimas que te dicen, hoy y siempre... que por vos yo soy así. Que por vos... yo soy feliz. Te tenga o no, te pierda o te encuentre... solo quiero decírtelo y que lo sepas. Lo demás no importa.

Tan solo quiero que tomes estas palabras y que el día de mañana, si llegas a sentir que nada tiene sentido, que nadie puede tenerlo... recuerdes que yo tengo sentido porque vos existís. Que entiendas que le das vida a un ser inanimado, que se mantiene en pie tan solo por agradecer eternamente la maravilla de haberte podido conocer. Gracias, a vos... a la vida... a los dioses... a mí mismo. A este enamorado corazón. Gracias. Tan solo ahora comprendo de lo que me he perdido al ocultarte lo que siento... este regalo que me acabo de hacer, quedará por siempre en tus manos, para que lo abras cuando sea necesario. Para que nunca te distraigas del amor. Para que recuerdes, hoy y siempre.... que aquí estoy yo. Por mí, por vos. Por vos.

Anoche escribí este poema y me nacieron las ganas de recitarlo, de convertir sus letras en mi voz, de darle el sentimiento y las pausas que sentí al escribirlo. Porque hacerlo me generó una sensación hermosa que hizo que quisiera leerlo en voz alta.

Antes de subirlo al blog, pasé por el blog de Luna, quien cumple años. Y vi que dejó una lista de regalos que le gustaría recibir. No me sorprendí al ver que ninguno de ellos era material, sino más bien caricias para el alma. Y uno de esos regalos que pedía era un poema.

Por eso, con toda la vergüenza del mundo, decidí regalarle este poema. Feliz cumple Luna :)



En algunas ocasiones la vida me vuelve a encontrar, me descubre una mañana cualquiera recostada en la vereda. Como sabiendo que pasaría por ahí, inadvertido, solitario, sin rumbo. En silencio se hace a un costado, como invitándome a sentarme junto a ella. Y yo, que vivo esperando que alguien me haga un hueco, me lanzo en punta hasta ese rincón. Y la vida me da charla, me hace reír con sus anécdotas, ponerme serio con sus desgracias.

Así pasan las horas, cual tonto enamorado que se cuelga de los ojos de su amada sin percatarse que el mundo sigue girando. Y la vida me da charla, se hace a un lado, no pregunta nada.

Y más tonto y más enamorado me quedo a su lado sin emitir palabra.

Porque en algunas ocasiones la vida me vuelve a encontrar, invitándome a soñar con ella, dejándose adorar. Y yo que cada tanto la pierdo de vista no la quiero importunar. Por eso no cierro los ojos, no emito sonido, no suelto sus manos, no dejo enfríar este hueco que ha creado.

Ella sonríe y por cada sonrisa nace una estrella, dos personas se enamoran, un hijo brota desde un vientre. Tarda el Sol en ponerse cuando se despereza, tarda el mundo en notar que está ahí, llenando los rincones de amaneceres. Las palabras se acortan y el cielo parece abrirse cuando de su boca nacen poemas. Y es que la vida está acá, tejiéndome su historia.

Antes de que anochezca y este hueco se vuelva a quedar solo, quiero decirle algo. Algo que no contemple, algo que la sorprenda, que la haga enmudecer. Con un leve apretón reduzco sus dedos, y la vida se calla y empieza a llover. Pero yo no cierro los ojos, no emito sonido, no suelto sus dedos, y no deja de llover.

Me acerco hacia ella casi esperando que me haga retroceder. Pero la vida no quita sus manos, no emite palabra, se limita a enmudecer. Ahora sus dedos son tan suaves que casi no puedo sentirlos y las estrellas antes renacidas comienzan a desaparecer. Es la vida que está ausente mientras no deje de llover.

Con mis labios irrumpo en su boca mientras sus dedos abrazan mi cuello. Y yo cierro los ojos, suelto sus labios, no vuelvo a enmudecer. Suave como los dedos de sus manos es el susurro que le alcanzo hasta su oído, poniendo en sílabas y vocales mi corazón rejuvenecido. Y la vida se sorprende, me contempla, no lo puede creer. Es que hacía tiempo que esperaba en la vereda aquel te amo que hoy ha vuelto a ver.

Las estrellas reaparecen, las gotas dejan de ser lluvia para ser lágrimas, y el Sol se olvida de la noche para dejar en eterno este atardecer.

Es que la vida me ha vuelto a encontrar. Es que a su lado he vuelto a brillar.

Que no nos falte el amigo.
Que no nos falte el amor.

Ni el beso a escondidas,
ni las escapadas para verla salir de la escuela.

Que no nos olvidemos de las borracheras,
ni de las razones que damos para no volverlo a hacer.

Que no te vayas temprano,
que no dejemos vaso sin probar.

Que no creamos en Dioses,
que no descreamos del otro.

Que no dejemos esa calle sin andar,
ni ese tobogán sin probar.

Que la primavera ya ha llegado,
que las mujeres salen a desfilar,
que desean ignorarnos,
que les vamos a dar el gusto.

Que no me olvide tu cumple,
que si me olvido te olvides.

Que no regateemos los recuerdos,
es mas fácil brindar por ellos.

Que la lluvia nos espera,
que no nos vendan paragüas.

Que grito holaAaAaA cuando me levanto,
que mi perra aúlla a mi lado,
que los dos despertamos a los vecinos.

Que la felicidad se fue de vacaciones,
que los que nos quedamos no la echamos de menos.

Que me dijo tu amiga que te gusto,
que le dije a tu amiga que me gusta.

Que me dijeron que vuelva temprano,
que volví a las 7 de la mañana. Temprano.

Que se duerman las princesas
que quiero despertar alguna.

Que no se olviden de cantar
y si la letra no sale, tarareen.

Que si la vida no nos da la espalda,
toquenle las lolas.

Que para correr hay tiempo y para arrepentirse una eternidad.

A veces uno dice que extraña al amor de su vida. Que con esa persona queremos estar, que es la única que nos entenderá. Que necesitamos sus mimos, sus abrazos, sus palabras.

Y en realidad no es así. O no del todo. No extrañamos a esa persona, extrañamos esas cosas. Extrañamos tener un amor que responda al primer llamado. Extrañamos tener su abrazo en días malos, sus besos en noches frías. Extrañamos conectarnos para ver si tenemos un mail, sentir a nuestro corazón a mil revoluciones por amar. Por amar. No por esa persona.

Lo que sucede es que esas cosas que tanto extrañamos, las vivimos con ella. Y cuando deseamos esos mimos pensamos en ella, porque ella estuvo ahí cuando te sucedió. Pero nunca vas a extrañar a otra persona, nunca vas a necesitar sus oídos, nunca vas a sentir que te entiende.... si no te das la oportunidad de conocerla. De vivir esos momentos juntos.

No se extraña a la persona en particular, se extraña la sensación de bienestar que el amor produce.

Aún así, te extraño tanto...

¡Basta de que las chicas lindas se hagan amigas de los tipos buenos, por favor!. Después se enganchan con cada zapato, con cada animal que les arruina la vida. ¿Tiene sentido o no?. ¡Basta que las mujeres me tomen como un amigo, que me saquen a pasear a la plaza, por favor!...


Jaajaja, que gran verdad.
No se de qué me río xD

Supongamos que de alguna forma todas las veces que decimos "te quiero" esconde un "quereme", imaginemos tal vez que si te doy la mano es porque espero que me des la tuya... incluso me atrevo a decir que si te miro es que pretendo que devuelvas la mirada.

No hacés ninguna de las cosas, sin embargo me gustás igual. Porque no se trata de lo que hagas, sino de lo que ya hiciste... de aparecer en el momento justo, de crear toda una historia en mi cabeza, de respirar el aire, de saber tu nombre.

Ni te lo digo ni lo sabés ni lo cuestiono, solo lo siento. Y ni me alcanza ni me sobra, pero lo vivo. Si querés te alcanzo ese último pétalo que tiraste anoche, vuelvo al mismo lugar y recorro hasta la última hoja para devolvértelo. Buscale la respuesta que quieras, el "si" que cambiaste por el "no" o podemos inventar un "no se". A mí me da igual.

Te sigo viendo detrás de esta esquina y... te hagas la tonta o realmente me ignores, de una forma que yo no sé te voy a conocer. Y ese día no habrá preguntas, no habrá pedidos, habrá solo un beso que durará lo que permitas y ya no habrá desconsuelo aunque lo haya. Y me iré con una sonrisa de oreja a oreja y vos sin entender nada es probable que me insultes, que me abofetees, que me des un taconazo en las partes bajas.

Yo seguiré sonríendo, con dolor, pero sonriente. Todo amor que no se nutre de un poco de dolor puro muere, dicen por ahí. Asi que no te preocupes, que en el momento menos pensado te tengo entre mis brazos.

En el momento menos inoportuno, convierto este infierno en algo peor.
Pero al menos me iré con el sabor de tus labios y la perfecta verdad de saber que de mí no te olvidarás.

Cómo pasa el tiempo...

De la nada recordé que hoy hace 2 años fallecía mi viejo, con quien tuve una relación que a veces termino definiendo como inexistente. Pero que sin embargo cuando lo vi por última vez, ya en coma, me vi tan parecido a él. Cuando siempre creí que éramos tan diferentes.

Y aunque no tuve la oportunidad de hablarle, le dije algunas cosas aún sin que me escuchara. Recuerdo que lo miraba y pensaba en qué había hecho con su vida, en qué cosas dejó de lado, en qué se convirtió. Y sentí que en ese momento eramos idénticos, porque siento que estoy dando los mismos pasos que él. Es como saber las cosas que no tengo que hacer, y sin embargo ir inconscientemente haciéndolas.

Creo que fue en ese momento en donde me reconcilié con una parte que siempre estuve enojado, porque siempre lo señalé con el dedo por errores que cometió. Sin darme cuenta que eran eso... errores. Y que yo también puedo cometerlos. Me es desconocido estar escribiendo sobre mi viejo, porque es un tema que nisiquiera hablé en mi vida con nadie. Siempre que me preguntaban por él era puro silencio. Quizás sea que estoy en medio de tanta confusión y sensibilidad que termino buscando respuestas en todos lados.

Hoy sé que las personas somos demasiado idiotas a veces para perdonarnos y darnos una oportunidad. Y hablo de con uno mismo, no con otra persona. A veces cometemos equivocaciones y no somos capaces de disculparnos con nosotros mismos, terminamos sintiéndonos culpables y dandonos una condena que quizás no era necesaria. Porque me parece que se trata mas que nada de saber que nos equivocamos y que no quisimos hacerlo. Y volverlo a intentar.

Pero algunos creemos que no, y nos mantenemos con lo que nos queda de vida culpándonos y maldiciéndonos y arruinándonos cualquier cosa buena que nos pueda pasar. Mi viejo lo hizo toda su vida, y aunque nunca le salió la palabra "perdón" me lo dijo de mil formas, formas que incluso fueron equivocadas. Y volvía a cometer los mismos errores, y volvía a condenarse sin darse cuenta.

En eso me parezco tanto a él. Pero no pude verme reflejado hasta que lo vi en una cama, ya abandonado por siempre. Y me queda la espina de no saber qué hubiese querido oír de mis labios. Tal vez un "te entiendo", "te perdono", no lo sé. Ya no importa acaso porque ya no está. Pero al menos tendría que no dejar que me pase lo mismo.

Cuando lo vi y pensé en todo esto creí que iba a tomarlo de otra forma, pero contrariamente, bajé la cabeza y me dije "soy igual a vos viejo, no estábamos tan alejados finalmente". Y eso me preocupa más, el hecho de no reaccionar, de no hacer algo frente al rumbo que le veo a mi vida. Al final no éramos tan distintos, y ahora me doy cuenta que la misma tristeza que sentía al ver cómo dejaba que su vida se hiciera añicos a través de los años, se está convirtiendo en mi misma salida. Y ahora el que se da lástima soy yo, y soy incapaz de cambiarlo.

Has perdido mucho tiempo escapándote... para darte cuenta de hacia qué debes correr.


A veces no sé para qué hago las cosas que hago, por qué estoy donde estoy. Qué se supone que tenga que hacer con mi vida. La necesidad de tener en claro qué es lo quiero se me hace imprescindible, y no tanto por el hecho de controlar parte de mi vida, sino más bien por tener la sensación de esa certeza.

Quizás hace mucho tiempo no sabía qué quería, pero sí me sentía completo conmigo mismo. Sabía que donde sea que estaba, quería estar, y si algo se interponía en mi camino yo iba a hacer lo que sintiera con tal de seguir en él. Era un factor que apreciaba de mí, a veces me sentía orgulloso de esa "tosudez" que muchos decían que me caracterizaba. Porque sentía que no me traicionaba, y que fuera lo que fuese a pasarme, era parte de mi vida. De lo que yo conseguí.

Hoy es completa esta desorientación, tal así que el más simple detalle que veo en alguien me pone sensible y tengo que aguantarme las ganas de llorar. Es ver una simple publicidad y que en algún punto mínimo me influye, habla de mi vida. Ni hablar con las películas, que me transportan a un estado muy mío que pocas veces logro experimentar. Y la música... se adentra más y más.

Y en medio de todas esas sensaciones que me van aconteciendo, no hay una que forme parte de lo que quiero. Son todas cosas perdidas que alguna vez tuve y hoy no encuentro, es reflejar sentimientos que ya no conozco. Porque no sé de qué lado estoy. Ni de cual quiero estar.

Lo único que tengo claro es que pasan los días, se me pasa el tiempo, y yo cada vez más desorientado. Más lleno de amargura, más incompleto. A veces, ahora, me gustaría estar en una hamaca paraguaya recostado mirando el mar. Y oír solo el ruido de sus olas, que no haya una sola persona alrededor. Si, cualquiera querría estar ahí, pero no se trata tanto del disfrute paradisíaco sino más bien de poder escucharme. De poner en claro quién soy, por qué despertarme cada mañana se me hace complicado, sin querer hacerlo. No quiero levantarme, y por eso me termino despertando a cualquier hora, mientras todos piensan que es pura vagancia y sueño.

Si supieran que solo estoy bajo las sábanas, pero pensando y pensando y no dejando de pensar. Y ya no se trata del amor, cosa que siempre creí que era lo único que me afectaba. Se trata de todo. De no regalarme momentos, de no disfrutar de las personas, de las pequeñas cosas que giran por ahí y que particularmente antes las apreciaba todo el tiempo. Hoy no tengo ganas de nada.

Sé que las personas que leen el blog deben estar hartas de siempre leer lo mismo, las mismas depresiones. Lo sé porque hasta yo me harto de escibirlas, pero tengo la necesidad. Es como encontrar un huequito acá y por este instante, solo por este segundo en donde escribo, liberar la angustia. Porque una vez que termino de escribir vuelvo a estar mal. No culpo a nadie si no lee, es más bien una pregunta envuelta en palabras que intento responderme y no puedo. Y supongo que seguiré teniendo el blog hasta que la resuelva. Pero esto viene pasando desde el 2005, si me estará llevando tiempo...

Lo confuso de sentirme así es que en estos momentos me acuerdo de mi pero feliz. Y no se trata tanto de la infancia, de querer seguir siendo un niño y no crecer. Porque cuando fui feliz fue en la adolescencia más que en la niñez, o al menos donde comencé a ver cosas de la vida en las que nunca había reparado. Y se me hace que fue hace poco y fue hace mucho. Entonces termino sintiendo algo extraño, una necesidad absoluta de volver a ser ése que fui. Y no pretendo ser una persona que no cambia, porque todos cambiamos y no somos los mismos (aunque sigo creyendo que hay cosas en donde somos los mismos de siempre), sino que quiero sentirme bien con las que me pasan.

Y no sé por qué no puedo. Por qué me lleno de angustia, por qué todo el tiempo quiero que nadie me hable, que nadie me mire, que nadie se acuerde que existo. Y no soy así, nunca fui así. Pero estoy siendo testigo de mi propia vida, cuando tengo que ser protagonista. Estoy viendo cómo se pierde, cómo se vuelve absurda. Y juro que no sé qué tengo que hacer, porque ni siquiera puedo pedir ayuda por lo que puse antes, no quiero a nadie cerca. Y yo solo evidentemente no soy capaz de ayudarme ni un ápice.

Y no sé. Esas son las dos palabras que me definen hoy en día: no sé. No sé por qué estoy como estoy, no sé por qué me abandono, no sé por qué perdí las cosas buenas que creí tener. No sé por qué me dejo estar, es como que se me hizo todo una bola de nieve que ya no puedo parar. Pero tampoco termina de aplastarme. Y entonces no defino nada, sigue todo inerte, quieto... vacío. Esa es otra palabra que me es conocida. Es vacío todo lo que se desprende de mi, y era algo que justamente me pasaba al revés. Aunque cometía miles de errores, aunque no tenía lo que quería, aunque muchas cosas me salieron mal... yo tenía algo muy mío que me motivaba a seguir. Era casi un canto a la vida, que jamás definí, simplemente lo sentía y lo llevaba a cabo.

Pero sigo hablando de cosas buenas porque sigo mirando hacia atrás, y ninguna forma parte del ahora. Ahora no estoy, ahora me alejé, excepto de mi cabeza que sigue funcionando 24 horas y de mi corazón que cada vez se me estruja más. Me perdí un día que no noté y jamás me volví a encontrar.

Y tú que aún no te enteras que te amo, porque no entiendes el lenguaje de mis manos...


Sin que me impidas mirarte o que me niegues tus besos. Sin que esta locura cobre sentido. Sin razones para abandonar. Sin miedo. Con vos. Con todo el espejismo envuelto en ilusiones y toda la esperanza puesta en tu voz. Con las lágrimas de volver a sentir, con esa forma de mirar que me estirpa la tristeza y el dolor.

Sin la utopía destruída, sin la coraza que me impongo. Con toda la posible insensatez de cruzar el mundo para verte. No hay manera de no encontrarte a la vuelta de la esquina, o de no descubrirme hablándole a tu foto... o de no sonreír como un idiota cuando alguien me pregunta por ti.

No hay tonos medios, no hay un "no sé" merodeando, no hay una sola posibilidad de hacerme desdichado... hasta me atrevo a decir que no podría aunque quisiera. Porque perderte es casi tan maravilloso como ubicarte, ya que de una forma te tengo siempre al lado mío... y de la otra tendría una razón para salir a buscarte cada mañana. Cada tarde. Cada suspiro.

Asi que vos dirás si lo que nos acontece dura mucho o poco. Vos dirás si mis ojos tendrán que entonar la canción más triste o la más feliz. Vos dirás si puedo en un soplo alejarte del abismo. Lo que no creo que puedas llegar a decir, es que me rendiré, que me estancaré... que dejaré que partas para no volver. Porque lo que mis labios cobardes aún no han dicho, te lo dirán mis manos, mis caricias... tu calor.

Si es que aún no te lo han dicho ya.

Todo vuelve una vez más.
Anoche tuve una crisis, una de esas que no tenía hace 3 años. Similar al día en que fui tras mi mejor amigo y le pregunté si me veía muy distinto al tipo que conoció alguna vez, si me veía bien. Porque yo no lo hacía. Si me podía decir en qué estaba fallando, en que me estaba dando la espalda a mí mismo.

Solo que esta vez la crisis fue aferrado contra la almohada intentando que mi llanto no sonara más alto de lo deseado.

Y me di cuenta que tengo un vacío existencial que creí de a poco recuperar, pero vuelvo a concluír una vez más que en realidad lo que hice todo este tiempo fue no pensar en eso. Para no estar todos los días deprimido. Sin embargo, ¿sirve de algo? Si una noche cualquiera me agarran unas ganas inmensas de gritar desenfrenadamente sin saber qué gritar. Y empiezan a desfilar por mi cabeza miles de personas, de situaciones, de ausencias que alguna vez lo fueron todo.

Y me amargué. Me amargué como hacía rato no lo hacía. Me fui al baño a secarme las lágrimas, me miré al espejo y otra vez ese vacío de no saber quién está ahí. Esta vez sin agachar la mirada, me mantuve fácil 10 minutos mirándome a los ojos. Y se me retorcía el pecho con una sensación inexplicable pero triste. Finalmente respiré profundo, suspiré y me tiré en la cama con todas las desganas de quien no sabe qué hacer consigo mismo.

Muchas veces me levanto sin saber por qué, para qué. Comienza mi día me digo y en realidad sigue, porque sigo haciendo las mismas cosas que ayer y anteayer y así. Sin ganas, con fragmentos de risas que son más buscadas que espontáneas. No me siento yo mismo desde hace no sé cuánto. Y cuando me pongo a reflexionar sobre mi vida, sobre mí mismo, un sabor a pena me inunda. A veces siento lástima de lo que soy, en lo que me convertí. En ese tipo apagado y sombrío que está siempre con un gesto serio, haciendo chistes malos y sonríendo para que nadie lo note. Para que nadie me pregunte mirándome a los ojos cómo estoy.

Debe ser porque cuando lo hago conmigo mismo, me quedo en silencio y me largo a llorar. Sin saber qué responderme. Y me nace una desesperación interna pero que no externalizo. Es como saber que me estoy ahogando, que desesperadamente busco qué es lo que no hago para salvarme. Inútil sería saberlo además, porque al no quererme como soy no dejo que las cosas buenas lleguen a mi vida.

Varias veces me han dicho que estas angustias que tengo, estos vacíos, existen porque en un punto que desconozco me quiero y busco ese cariño que creo invisible. Busco estar bien. Yo a veces creo que en realidad lo que busco es hacerme a la idea de que es así, de que en algún punto me quiero, porque sino no se qué haría. Casi me aferro a esa ilusión de querer estar bien, pero que sin embargo no estoy seguro que tan cierta sea. Y es que cuando algo puede hacerme bien, automáticamente lo alejo de mi lado, como diciendo que no lo merezco.

Yo no sé cuál es el hueco ya, qué contiene ese abismo que me aleja de mi. De lo que soy. No sé qué me falta, qué estoy buscando, qué necesito. Siento que me necesito a mi, pero que no me quiero a mi lado. Y ese muro propio que levanto sobre mi me aplasta constantemente, dudando en si quiero quitármelo de encima.

Bueno, finalmente me pude sentar frente a la computadora. Desde el Lunes que estoy en la cama. Quedó demostrado que la juventud ya pasó de largo por mi puerta, porque después de jugar un par de horas en el fondo de casa con mis sobrinos el Domingo terminé al otro día con 40º de temperatura, gripe, tos y dolor en todo el cuerpo xD.

La temperatura me tomó todo un día en desaparecer, pero al otro día tenía unas puntadas en la cabeza que me estaban matando, sumándole a eso que apenas me levanté me mareé. Oseeaaaa, si por unas horas de aire libre y "deporte" me pasa esto, imagínense un día de campo jaajajaj. Para colmo el Lunes, en medio de la fiebre, me encuentro con que el diseño del blog estaba hecho bolsa. Tuve que cambiar rápidamente por otro, que es el que está ahora. Que como bien dijo Lulú, es más formal, pero no me gusta u.u

En fin, ahora que estoy recuperado voy a ver si encuentro algún diseño que me convenza. O si puedo volver al anterior. Espero que en estos 4 días de ausencia el mundo no haya cambiado tanto che, estoy seguro que siguen todos igual de locos que siempre. Asi que vamos bien :P