Y me partiste el corazón. Y con él toda mi vida. ¿Hay manera de corregir todos los errores? No, no hay forma de volver atrás. Por más que lo intentes y te esfuerces en querer reaprender todo el camino, no hay excusas para hacerlo. No queda una sola motivación. Solo el cobarde dibujo de mi rostro desencajado en llanto porque te perdí. Porque incineré las esperanzas.

Y entre tanta gente que sonríe mi cabeza no se detiene. Te lamenta a cada segundo y es insensato este aire que hoy respiro. No queda un rastro bajo el Sol. Es avanzar y avanzar para darnos cuenta que estamos en el mismo lugar. Que hicimos ascuas al intentarlo.

E ingratamente te respiro a través de otras personas, porque no sé dónde está lo que es mío. Lo que ignoro. La sombra de tu rostro se duerme a mi costado, escapándose a cada intento de cobijarla. Sin más que aceptar que estoy solo, y no pensar en por qué. Y te irás entre sus brazos ignorando esto que me pasa, y construirás una montaña de sonrisas que imaginamos juntos.

Y te dejaré ir. Para que nunca vuelvas. Para que no te acuerdes de mi. Para no montar un circo de festividad falsa a mi costado, porque si no tengo sonrisas para dar no sirve inventarlas. Y evitaré el consuelo que puedas darme con tu mirada penosa. No sientas lástima por mi, no me mires con pena. Ve a recibir lo que yo no supe darte. No regreses nunca a mi.

No vuelvas. Prométeme que no lo harás.