No hay ninguna fotografía que resguarde nuestro pasado, que nos evite generar otro camino. Tenemos la ventana abierta de par en par esperando que demos el gran salto, la bocanada de aire que dejamos atrás. Es la luz que entra por debajo de la puerta y nos invita a buscar su origen, que extrañamente a lo que muchos creen, está en nosotros. En ese suspiro que nos roban las personas, o un amanecer, o las estrellas enredando a la Luna.

Es como sentir que nos queda todo por delante cuando días atrás pensábamos que no había por qué volar. Y en esas alas nuevas encontrar felicidad. Tan nueva y fresca.

Tan nuestra.

2 comentarios:

laus dijo...

y es que simplemente, no hay nada que nos ate a lo que nos lastimó en algún pasado, o a algo que ya no este más... somos nosotros mismos los que nos atamos, los que no nos queremos desprender de eso, porque si bien los recuerdos están y van a estar siempre, nadie nos niega la oportunidad de tomarlos como lo que son, cerrar los ojos, respirar profundo y volver a empezar; aunque vivamos medio heridos, aunque nos volvamos a caer, SIEMPRE esta la oportunidad de volver a empezar, de tener todo por delante aún.


te quierop. gracias por hablar enserio conmigo ayer =)

maria.antonieta dijo...

No hay nada que nos haga estar inevitablemente atados a la persona amada. Contrario a eso somos nosotros quienes conciente o quizás inconcientemente nos sentimos atados, sentimos que no podemos mirar hacia adelante y hacer borrón y cuenta nueva. De todas maneras aunque cueste no es imposible, solo hay que intentarlo. Dicen que el tiempo cura todas las heridas, ¿Será así realmente?