Recuerdo la frase de un blog que me dice que la vida está fuera mientras uno se queda en casa. Y aunque lo acepto, me digo que una vez que termine lo que quiero hacer saldré a disfrutar del día. Cuando esto puede que quizás nunca suceda, puede que me crea el engaño.



Si apagaramos todas las luces, todos los aparatos electrónicos, quedaríamos en silencio absoluto. Y tal vez, de no encontrar distracciones, pararíamos un segundo con el frenesí de tener miles de impulsos externos. Dejaríamos tanta locura cotidiana.



Hacé la prueba. Si sentís que la vida te está pasando por encima y no podés contenerla, probá otra cosa. Apagá todo, mirá el cielo con su luz, salí a la calle, caminá. Frená en alguna plaza sin escuchar música y contemplá. Cerrá los ojos, respirá profundo, dejá que el viento te acaricie de un lado a otro. Y decime si no te sentís mejor. Lleno de vida, y con energía para continuar.



No todo es tan malo, es que no tenemos tiempo para contemplarlo.

2 comentarios:

Sara dijo...

Te prometo que voy a seguir tu consejo, no sé cuando, pero lo haré. De momento me sacas una sonrisa leyendo tus recomendaciones para apagar la computadora y hacer algo constructivo... Siempre me ocurre, me quedo ahí, embelesada. Un abrazo, hace tiempo que no hablamos, espero que estés bien.

Espérame en Siberia dijo...

Totalmente comprobado. Lo malo es que muchas veces nosotros mismo ponemos resistencia a ser completamente libres.

Muchos abrazos.