Se desdibuja el rostro aquel en el que verme era alegría, se desinfla el pecho y no alcanzan los parches para impedir que el aire se salga. Todo se ve borroso, y claro el desenlace. Son las desganas de cada vez, la sombría luz que refleja aquella esquina, y detrás de todo aquello estoy yo intentando decirte que no puedo más. Que te acuerdes de ponerte en mi lugar.

Armando una nueva torre de paciencia, respiro, casi entrecortado, impidiendo quedarme sin aire en esta burbuja. Pero siento que en cualquier momento explota, y que poco va a importar esperar a que las cosas se calmen, a que la rutina lo permita, a que un descanso lejos de todo borre el malestar.

Observo la nube que sobrepasa mi habitación y vuelvo a sentir esa angustia que tiempo atrás atravesaba cielos y ponientes. Y no reconozco la parte certera de esta situación; se oscurece, se entremezcla, se parece mucho a un lugar donde lo que sentimos quedó relegado a un rincón de algún lugar.

¿Por qué demonios tendemos a arruinarlo todo? Me cayó la ficha, dijiste. Y yo creo que se nos está cayendo todo lo demás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto también pasará...si ya estuviste ahí, sabrás...que si...pasará.

Anónimo dijo...


Cuando no podes reconocerte, entonces ese no es tu lugar..Abrazo de luz! Luli

María dijo...

Ahí abajo la percepción es oscura, un pequeño esfuerzo que levante la vista y comenzará a vislumbrarse la luz.

Unknown dijo...

me gustan tus sugerencias de "cosas productivas". Y la entrada también, por supuesto.
Esa sensación de desmoronamiento.