Es fascinante entender todo lo que implica esta manía de deshacerse en palabras. Lo escribí y lo re-escribo, nada es real si todo queda en una voz, en una promesa o en una carta. Las manos que se buscan sin salir de las casas, los besos que se ahogan en vasos cuajados por el tiempo que ya pasó. Y uno que se deshace en la angustia de no sentirse completo, de faltarle un resto, de ver cómo entre todos nos olvidamos del tal vez.


Cómo me duele que dejemos de sentir, y decoremos todo lo que nos pasa como si fuera una película, una viñeta, una manera de contentar al espejo con su sonrisa dibujada. ¿Y detrás de ese gesto qué nos queda? ¿Dónde depositamos el vacío de la abstracción interna que padecemos desde que nos levantamos de la cama? Sin saber que seguimos acostados, ni durmiendo, no... paralizados.


Ganas de samarrear la despensa que rodea a los ignorantes que creemos vivir mientras dejamos que la vida nos pase. Pareciera que nos completa más el dejar una prueba de lo que fue nuestro pasar; y por eso nos sacamos cientos de fotos que ilustran lo felices o infelices que podemos ser. Y posamos con sonrisas, abrazamos al aire en una postal como si lo hiciéramos realmente, como si sintiéramos su viento arropándonos. Mientras al hacerlo lo único que miramos es si está bien encuadrada la toma, si tiene mucha luz, si a la gente le va a gustar cuando la subamos al facebook.


¿Y el recuerdo intachable del mar salpicando tus pies sin que nadie se percate? ¿Y el abrazo redundante sin motivos que nos dimos y nadie se enteró? ¿Y la calma de dejar que el sol se esconda para reflejarnos en él sin un poema que lo describa? ¿Por qué tenemos que dejar retratados los momentos que vivimos si tan sólo lo hacemos para que alguien sea testigo?.


Hace cuatro meses me fui al mar por 15 días, y la gente se horrorizaba cuando les comentaba que no llevaba cámara de fotos. Se inquietaba cuando les decía que tenía el 80% del día apagado el celular. Se sentían exiliados cuando les contaba que no toqué una computadora ni leí un diario ni vi la televisión. ¿En qué momento se perdió el encanto de vivir sin dejar constancia? ¿Quién cree realmente que una foto, un video o una carta puede reforzar el momento de vivir esa experiencia? Personalmente creo que lo hacemos porque es nuestro resguardo para los momentos en donde no hay nada. Y estamos tan vacíos de momentos que atesoramos todos, queriendo que sea nuestro puente a un día feliz de un pasado que quizás ni existió.


Y así es como inventamos una filosofía de vida basada en los sentimientos que jamás dejamos florecer, y así sucede que nos ahogamos en nuestro propio encierro maquillado de libertades. Y así nos pasa que al caer la noche y cerrar los ojos, algo por dentro nos exige latir, sentir, vivir. Porque no lo hacemos, porque estamos tan ciegos que ni lo notamos. Y arraigamos el deseo de un instante eterno en la silla, en lo cómodo de prometernos futuros, en la mentira de describir nuestro universo interno como si eso fuera un fiel reflejo de lo que somos.


Porque mientras te quedes del otro lado de la puerta, mientras no leas ese libro sin anunciarselo a todos, mientras no ríamos juntos por esa pirueta que hiciste y que no dejó evidencias, mientras no nos dejemos encantar por el silencio de un viento de verano, mientras no te permitas descubrir lo que estás necesitando hace tiempo y no te animás a dejar fluír... nada de lo que hagas te va a hacer sentir mejor. Ni la compu, ni el celu, ni la tele, ni el teléfono. Nada.


Y por más que luego de 10 años la gente se muera de envidia al ver esos paisajes paradisíacos de tu viaje, y al contemplar esas sonrisas entre otras gentes, y al hacer un recuento de todos los lugares que conociste y toda la gente con la que te comunicaste y todas las comidas que probaste y todas las canciones que cantaste.... por más que haya un gran archivo histórico que refleje y dé fe de que tu vida fue increíble. Nada de eso te va a hacer sentir mejor cuando esos 10 años después sólo puedas recordar mirando las evidencias, y no tengas la capacidad de sentir nada más porque te olvidaste que en el proceso de sentir que las cosas te afectan... perdiste la esencia del momento por perder el tiempo en dejarlo inscripto en un lugar.


Y vas a ver un gran espectáculo y llevás la cámara, y en ese click de foto pasó de largo en tu cerebro el momento en que ese artista hizo un gesto puramente emocional, y vas a ver un recital de esa banda que te gusta y te perdés el aplauso sentido porque no querés arruinar la grabación que estás haciendo con ese celu tan moderno. Y vas a ver a un amigo a jugar su deporte favorito y te perdés la sonrisa del punto porque estabas retratando la escena general de ese momento.


Idioteces me dirán, negativo tal vez, dramático, sí. Puede ser todo cierto, pero siento que llevamos todo tan al extremo que necesitamos ser dramáticos porque no reaccionamos, porque estamos envueltos en distracciones que amamos, porque me dan ganas de llorar cuando me abstraigo un segundo de todos y no paran, no paran y no paran. Y no paran.


Es hora de que paren.
Basta.

2 comentarios:

Paus dijo...

Creo haberlo leido.
Lo comprendo y reconozco vivirlo, a la vez creo que tambien queremos vivirlo,creo que nosotros elegimos la herramienta para comunicarnos con el mundo(personas,cosas,etc)y es real que cada vez las mismas son menos personalizadas,pero sigo creyendo tambien que si encontramos ese alguien que nos interesa de una manera especial,todas esas paralizaciones,esos instantes que perdemos,no existiran en tanta medida...Ademas cada cual ciertamente disfruta de otras cosas,vive de manera personal,aunque creo tambien que en un punto de la vida terminamos valorando lo mismo "El momento" de vida...
P.D:Que dure la inspiracion,pero que provengan de sensaciones reales y disfrutables...asi me sentiria mejor al leerte.

Val dijo...

De pie nuevamente! Porque todavía quedan algunos pocos que se animan a apagar el celular, a no llevar la computadora y a no actualizar el Facebook.