Después de tantas idas y venidas, de desencuentros, enojos, reconciliaciones, errores, silencios, palabras de más. Después del torbellino que nos separó como dos extraños, y que sin saberlo nos encontraría bajo la misma sombra de aquel mismo árbol, iguales a siempre, y distintos a la vez. Fue como volvernos a conocer sin saber nada del otro, pero teniendo claro que ése era un buen lugar donde estar. Porque estabas vos, porque estaba yo.

Y no tuvimos que justificarnos, ni siquiera intentar sorprendernos. Porque todo concordaba para que ambos nos reconociéramos, años después, de la misma forma que la primera vez. De tan solo saber que un día fuimos para lados distintos, y que de la misma forma hayamos decidido cruzarnos, es lo único que necesitaba saber para decirte hoy, y solo a vos, lo importante que me era verte. Saber de tu vida, si sos feliz, si crecimos tanto que se nos hace más fácil visualizar a los nenes que fuimos una vez.

Porque yo te veo y sos la misma, con un montón de historias encima, pero igual. Con esa sonrisa tan tímida para confesar que te enamoraste, con esa mueca que se te genera en la boca cuando entrecerrás los ojos porque te molesta el sol, con esa tranquilidad que me diste siempre cuando estabas en sintonía con vos.

Y quedó atrás, pero de manera muy presente, lo que tuvimos en común. Y hoy, tiempo después, todo cobra sentido. Las peleas, las angustias, los gritos, y hasta las tonteras que como dos bohemios enamorados hicimos alguna vez. Hoy tiene sentido que ya no estemos juntos, porque encontramos la felicidad por otro lado, pero hubiera sido imposible hacerlo de no haber vivido ese instante. Eterno para nosotros, inexistente para los demás.

Asi que ya no me preocupa el futuro, porque estoy seguro de lo que aprendimos de nosotros y mucho más seguro ahora que te encuentro tan vos. Tan cierta. Tanto, que se me ensancha el pecho de solo poder verte este día, de ver cosas mías que quedaron por siempre en vos. Y ahora lo sé, ya no tengo dudas, de las que dejaste en mi. Y por esos encuentros hace años, por esas historias, es que hoy podemos ser quien somos. Ya no quedan excusas para no ser feliz, no si nos tuvimos uno al otro.

Vuela, cada vez más alto, que en otro cielo y con otro color yo volaré a la par. Sin necesidad de que ninguno lo sepa, pero con la certeza de haberlo logrado.

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