Creo que a algunos les da miedo pensar que las cosas pueden ser distintas. El mundo no es exactamente una mierda. Alguna gente está acostumbrada a las cosas como están, y aunque estén mal, no pueden cambiar. Y digamos que se rinden. Y cuando se rinden, todos pierden.


Las oportunidades. Ese otro mundo capaz de devolvernos el valor que creímos perdido, el valiente que llevamos muy dentro nuestro. La oportunidad de dejar que por una vez seamos sorprendidos ante nuestros viejos y gastados protocolos de defensa, que no nos protegieron más que del amor de otra persona. O de los sueños que tuvimos toda nuestra infancia, y que acallamos en un abrir y cerrar de ojos conforme fuimos creciendo.

Una oportunidad de cambiarlo todo. Desde la forma en la que despertamos cada mañana hasta la manera en que le decimos adiós a un extraño. Una chance de ponernos en primer lugar, sin tapar al que nos sigue. Y de reconciliarnos con todas las cosas que nos rodean, silenciosas, cabisbajas, innombrables pero reconocibles con solo bajar la guardia. Y una forma de vivir completamente nueva, en donde el vaso medio vacío sea tan solo un recuerdo de algo que no pudo ser.

¿Qué estamos esperando para hacerlo? ¿Por qué siempre alargamos "ese momento" en donde creemos que podremos hacerlo? No hay un momento especial, ni una época de racha buena para empezar, es cuando nosotros lo decidamos y nada más. Es cuando pongamos sobre la muestra nuestros prejuicios y los analicemos, para darnos cuenta de que son solo prejuicios. Formas de hacerse la idea de algo que no sabemos si será como lo imaginamos.

Y mientras tanto, vos por ahí y yo por acá, soñando mundos mejores que volcamos en nuestros cuadernos. Repletos de utopías, de idealizaciones, de milagros. De cosas que cuando las volvemos a pensar las descreemos, le encontramos la razón para que no sucedan. Y nunca van a suceder si no creemos en ellas. Pero menos si no creemos en nosotros.

Para hallar ese destino que creemos tener o visualizar, primero tenemos que reconocer quienes somos, y por qué somos de tal forma. Y para eso es necesario olvidarse de las opiniones ajenas, de las miradas cruzadas, de la negación continua que el mundo impone. El cambio está en nosotros, en el instante en que creemos poder cambiar. Romper esa barrera inútil de comodidad que nos deja sin aire, incluso antes de empezar a caminar.

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