Noche triste. Cargada de recuerdos y melancolía. Pero no es una noche como tantas, porque esta vez me acuerdo exclusivamente de vos. Y es más extraña aún porque me acuerdo no de momentos vividos juntos, sino de cuando yo sufría años atrás porque no te tenía a mi lado. Y caminaba los pasillos de la Universidad de Morón escuchando a Ismael una y otra vez, repetidamente, cuando todavía ni era conocido.

Las mismas canciones, los mismos pensamientos, el mismo retorcijón en el pecho. Y me pongo a pensar en por qué estoy pensando en vos, en ese dolor de aquel momento. Y solo concluyo que extraño sentir. Extraño el tener en la cabeza a alguien. O quizás tan solo te extraño a vos en aquel pasado. O probablemente tan solo me extrañe a mi por aquel entonces. Porque me recuerdo más fiel a mí mismo, más feliz, más libre.

Pero parece mentira que puedan pasar los años y aún cuando los pensamientos son sobre mi vida, te me aparecés vos en ellos. Me resulta extraño ahora que sé que ya no siento lo mismo, porque lo comprobé teniéndote frente mío. Supongo que el primer amor en nuestra vida nos influye por siempre, aún cuando no tenga relación con ella. Y qué se yo, me imagino que algo crecí. Y tal vez eso me molesta.

Lo cierto es que no quiero dejar de escuchar a Ismael, no quiero alejar este sentimiento de angustia que tengo ahora. Quiero que fluya, llevarlo hasta el fondo, exprimirlo. Sentirme mal. Llorar. Extrañar. Recordar. Sentir que ya no soy el mismo. Queriendo volver a serlo. Escuchando la primer canción que escuché a quien, años después, sería el referente musical cuando pienso en vos. En mi. En todo.