Encuentra el tiempo para bailar solo con una mano alzada.


El cine. La pasión. Ese instante de locura que a veces olvidamos. Meternos en la piel de sueños que nunca cumplimos, imaginarnos en esos millones de finales felices que tanto cuesta realizar. El lugar donde depositamos la angustia para arrancarnos una sonrisa, para descargar una lágrima o soñar con ese beso que jamás robamos.

Pocas veces se puede encontrar tanto de uno en algo que no existe. Y si el cine no es como la vida, bueno, sería una buena forma de imaginarla. Al menos para abstraernos dos horas de nuestra realidad y dejar que el sonido de su encanto nos lleve lejos de aquí.

¿Puede el cine transportar años de sensibilidad a un instante de nuestras vidas? Lo puede... y lo compruebo a cada instante.

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