Tener las maneras de hacer las cosas, de decirlas, de examinarlas. Encontrar las palabras para decorar una situación, para instruír vidas ajenas, para aconsejar. Nos llenamos la boca ayudando a los demás cuando no somos capaces de ayudarnos a nosotros mismos, y en el proceso nos convertimos en grandes filósofos amorosos y de la vida. Filosofía barata diría Charly.

Porque cuando te mirás al espejo entrada la noche nada de lo que dijiste lo aplicaste, todo queda en un perfecto modo de dar los pasos sin siquiera calzarte, y te quejás porque tus pies se cansan. Se cansan de estar tan quietos. Te vestís con el traje de orador y ahondás en los aspectos que tenés miedo de ver en vos. Terrible manía de vivir la vida detrás de un vidrio irrompible.

La lluvia me desnuda de excusas y la misma canción vuelve a sonar una vez tras otra. Es todo mentira. El libreto que te escribiste se quedó sin ideas. Va siendo hora de bajar el telón. De cerrar la compuerta de las palabras y limitarte a vivirlas. De darle sentido a este vacío de no vivir.

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