Se me ocurre que entre las distancias hay un nexo que las une, una carta guardada, un beso en la alcancía. Contando las horas que restan para volverla a ver, dejamos en recuerdos que aún no vivimos toda nuestra ilusión, suponiendo que cuando por fin llegue ese momento... será como lo imaginamos. Y puede que sea cierto.

Pero puede que no. Y toda la historia con final feliz de nuestra cabeza, terminar en un abrupto desenlace. ¿Pero termina realmente?, porque algo me dice que de cada muerte sin anunciar hay una nueva vida asomándose. Dando la cara por nosotros, por el infeliz al que le borraron la sonrisa en un instante.

Sin concluír que todo es un proceso del destino o que hay alguien ahí arriba jugando con lo que nos pasa, de alguna forma las cosas se acomodan a lo que nos va pasando. O mejor dicho, nosotros nos acomodamos sin más remedio. Y nos quejamos, y maldecimos, y nos enojamos. Pero nunca sabemos con quién.

Después pasan los días y de a poco ese enojo se transforma en reflexión, y empezamos a entender o a suponer que entendemos por qué pasaron las cosas. Por qué reaccionamos de una manera, por qué por qué por qué. Tantos por qué que finalmente olvidamos qué era lo que nos preguntábamos, qué hizo que nos preguntáramos la razón.

Y así terminamos otra vez buscando algo que nos falta, que ya no tiene nombre ni rostro ni color de ojos. Simplemente una sensación, un sentimiento. Porque no era la persona lo que necesitamos todo este tiempo, sino lo que esa persona nos provocó. Toda esa maravilla sin nombre que no tiene demasiada explicación. Y que si la tuviera, perdería la maravilla misma explicarla.

Asi que dejemos que la vida nos sorprenda, que la distancia recorrida sea con una sonrisa en los labios. Pero no confundamos dejarnos sorprender con mirar inmóvil al borde del camino. No confundamos no hacer nada con eso que se nos presenta. Porque si hay algo que nos rodea constantemente, son las oportunidades, y después no sirve echar culpas al viento de por qué se fueron. Sino más bien preguntarse si hicimos algo para que se queden.

Si nos movilizamos ante ese renacer que un día, un lunes cualquiera, nos dio vuelta la vida sorpresivamente. Para volverla a saborear.

4 comentarios:

Jess dijo...

Siento como q te conte mi vida y de ahi escribiste este precioso post, tan real, tan triste y emocionante a la vez q da miedo, a veces dan ganas de pararse a esperar q las cosas pasen...
Pero solo el tiempo pasa, las cosas estan ahi, esperando q las hagamos!
que lindo eh! ahora no voy a poder dormir! Gracias Ale!

La otra parte de mí dijo...

Ale,gracias por pasar por mi blog,me diste así la oportunidad de conocer el tuyo y me encantó.este escrito es así,como la vida misma,y está bueno que al avanzar en el texto nos sintamos empáticos,está muy bueno...beso.

Luna dijo...

"Simplemente una sensación, un sentimiento. Porque no era la persona lo que necesitamos todo este tiempo, sino lo que esa persona nos provocó. Toda esa maravilla sin nombre que no tiene demasiada explicación"
Hermosa explicación la tuya para algo que no tiene explicación.
Besos

*L@LY* dijo...

cuando a menudo se nos presentan oportunidades y no estamos preparados para ejercerlas simplemente se nos escapan y luego nos lamentamos diciendo, si yo hubiera decidido...si yo me hubiese arriegado, y asi sucesivamente, pero creo que cada cosa llega cuando nos conviene, no pienses que perdiste la oportunidad porque no tomaste la decision en ese momento, tal vez no te convenia.. y otra cosa.. nunca debemos estar cerrados xq las oportunidades llegan y si dentro de vos esta esa cosquillita que te dice arriesgate!!! hacelo y ya, que podes perder? eso sirve para la experiencia.,,,

bsos!

Laly