Caen. Lentamente caen. Como perdidos en medio de las nubes, sintiendo que se estremecen al notar su andar. El cielo se llena de su abrigo y parece no importar. El lejano aleteo de las aves nos recuerda que siempre hay tiempo de volar, y soñar otra vez con esos ideales que alguna vez supimos atesorar.

No te rindas, porque rendirse implica dejar de confiar en vos, dejar de creer que es posible. Y siempre lo es, siempre que tengas la certeza de cerrar los ojos e imaginarte en ese lugar. Soñado, imaginado, casi latente pero lejano. Y no importa si te toma mucho tiempo el llegar ahí, porque lo que valorarás cuando eso suceda será todo lo que atravesaste.

Y yo quiero atravesarlo con vos. Imaginar, juntos, que por fin el cielo nos dio una a favor.
Que finalmente ese abrazo nos reconfortará el corazón.

1 comentarios:

Sara dijo...

No sé si te das cuenta, pero de los blogs que sigo, eres de los pocos que siguen escribiendo en el suyo. Y me encanta encontrarte. Y esta entrada. Hace mucho enterré mis sueños, y de nuevo en el horizonte hay uno, y se ve lejano, muy lejano, a veces incluso pienso que está a punto de desaparecer, pero todavía no. Y leerte a vos, ese no te rindas, me da por pensar que es para mí aunque no lo sea, y da fuerzas. Y por eso te escribo. Porque no se si te dije, me encanta encontrarte.