Como tantas otras veces, busco tu recuerdo a un costado del insomnio. Y me quedo pensando en si vendrás, si calculás los minutos, si te quedan ganas todavía. Si acaso te despista la mañana.

Esta paz que me envuelve, pocas veces se traduce. Tantas otras se disfraza. Y raramente se diluye. Pero es un instante inconsistente que dura mucho, o poco según tu ansiedad. Puede que sea efímero el momento. Puede que ni exista.

Pero en la sombra quieta de tus labios, posa de vez en vez una caricia. Letargo adicto a tus besos, al rodeo de tu comisura, al dialecto que solo vos entendés entre mis manos. Otra vez sale el Sol, y las palabras ya pierden el sentido cuando solo quedan gestos, detalles, fugacidades del amor.

Esta noche se adormece junto a mis pies, me tapan hasta la nariz y la poca cautela de tu pelo enmarañado entre mi almohada deja ver su encanto por quedarse entre nosotros. Hoy llueve. Y llueve porque es mucho lo que lloramos. Pero poco lo que nos queda por reír.

6 comentarios:

Sara dijo...

El llanto siempre ha sido algo muy trágico a lo que muchos nos hemos aferrado más de lo que debíamos. Pero si no queda nada por reír, mejor dejarle ir, que la vida ya nos traerá razones por las que llorar.

Noa dijo...

Si llueve con un poco de Sol, no está tan mal... .

Un beso Ale,

Noa

Andrea dijo...

Esperar que regrese no tiene nada de malo. Todos lo hemos hecho, todos hemos esperado las llamadas, calculado los segundos y perdido el sueño por alguien que al final nunca vuelve. El llanto (o la lluvia) es natural, pero nunca hay que esconderse del sol cuando regrese. Porque lo hará.

Un placer descubrirte, Ale.

Andi

Vivi dijo...

nada peor que esperar.


Anónimo dijo...

El dolor del que espera...

Anónimo dijo...

El dolor del que espera...