La confianza.

Con el paso del tiempo me he dado cuenta que muchas personas no confían en sí mismas, no creen en ellas, no sienten que puedan ser capaces de moldear su vida a su antojo. De ser ellos pese a todo. E inevitablemente me puse a recordar. A recordarme. Porque yo estuve así, pasé por el mismo estado en esos años pasados de depresión y angustia. Sentía que yo no era yo, ni podría serlo. Que el resto era más fuerte, que los demás podían. Yo no.

Fue mucho tiempo de tolerarme apagado, desprovisto de ganas, incierto. Machacando una y otra vez todos mis actos, enojado, triste, despistado. Años de dejar pasar cualquier oportunidad que se me presentase. Años de encender la luz para volver a apagarla. Y lloré, y maldecí, y bajé los brazos. Creyendo que la vida no sería nada sin alguien que la iluminara. Y me rendí. Para siempre.

Y hoy, ciertamente distinto a lo que alguna vez creí, estoy bien. Pero no hubiera podido estarlo sin pasar por todo ese proceso que experimenté. Sin haberme visto caer una y otra vez. Sin haber perdido todas las esperanzas: en las cosas, en las personas, en mí. 29 años me llevó darme cuenta de quién soy, de aceptarme, de dejarme mimar por mi personalidad. Distinta, rara, fuera de lo que se ve a plena luz del día.

Pero finalmente me acepté. Me di la mano y me decidí a disfrutarme, a hacer cosas que me gustaran, a no esperar compartirlas con alguien. Y así fue que las compartí con muchas personas, con gente que no tenía planeado hacerlo. Porque si algo te enseña la vida es que nada puede planearse, que la magia de todo está en lo que no esperabas. En lo que nunca se te cruzó por la cabeza.

Y empecé a sentirme bien, a sentir que valía. Que las sonrisas podían llegar al levantarme de la silla y tocarle el timbre a un amigo para tomar unos mates. Empecé a recordar lo mucho que me gustaba la música y la manera de hacerla, y decidí tomar clases de un instrumento. Y recordé también que me gustaba cerrar los ojos y sentir el viento de una tarde de primavera, y callar. Dejar que el silencio me llene de cosas que no me asusten.

Empecé a darme cuenta, 29 años después, de que si acepto quién soy sin esperar cambiarme, si logro estar en sintonía con mis pensamientos, con mi forma de ver las cosas, con todos mis defectos... podría, quizás, intentar disfrutar. Y ser feliz. Y así fue. Comencé a dejar de tener miedo a una oportunidad, comencé a permitirme equivocarme. Y me equivocé todas las veces que no lo había hecho en toda la vida. Lastimé gente con actitudes que no creí tener, me sorprendí haciendo cosas que tenía ganas sin preguntarme el qué pasaría si...

Y de todo eso aprendí. A saber que soy tímido y no está mal serlo, aprendí a dejar de ocultarlo. A mostrarme como soy. Y saber que la persona a la que le interese, me aceptará de esa manera. Aprendí a decir que no. A elegir. A no caretearla. A ganarme el odio de muchos por tomar una decisión sin tratar de quedar bien con todo el mundo. Y hacer eso fue una sensación de libertad que nunca había experimentado. Y gracias a eso mi vida cambió. Empecé a tener menos amigos, pero me quedaron de los mejores.

Y cuando mi vida ya no pasaba por el amor, por la búsqueda de él, el amor apareció. Como si hubiera estado esperando toda la vida a que yo dejara de buscarlo. Y a veces me pongo a pensar en eso. En todo esto. En cómo las personas se sienten inseguras de sí mismas. En cómo el miedo al rechazo ajeno, en cómo el miedo al propio rechazo, los abstrae y aleja de lo esencial. De la parte humana que hay en cada situación.

Todo esto queda mucho más en evidencia con la facilidad de mostrarse hoy en día con tanta tecnología. Lo veo en cómo uno cuida su imagen en cada foto, en su ropa, en su pelo. Veo cómo todos se olvidan del momento que viven para atesorar el recuerdo que quedará plasmado. Para que nuestro pasado luzca más lindo. Y sonrío por lo bajo y me recuerdo haciendo lo mismo años atrás, y agradezco haber podido cambiar. Haber aprendido a tiempo. Nunca es tarde en realidad, solo que cuanto más grandes nos hacemos, menos humanos nos mantenemos.

Confíen. ¡Confíen!. Todo lo que vale en este mundo, en este ahora, es quien son. Qué imagen les devuelve el espejo. Y no intenten sonreír, no fuercen la mueca. Si la sonrisa no sale naturalmente, planteate por qué, y hacé algo para cambiarlo. Pero confíen en ustedes, en lo que llevan dentro, en su personalidad. Acéptense y hagan cosas que les hagan bien. Aunque para el otro sea ridículo o inútil. Den lo mejor de ustedes y anímense a ser felices. Recuerden que los recuerdos son sólo eso, recuerdos. Y que lo que pasa ahora es lo que importa. Asi que no traten de armar el decorado perfecto para una vida plena. Porque de plena no tendrá nada. Sólo que, quizás, alguien crea que sí. Y esa creencia te va a provocar un vacío inexplicable que de poco te va a servir.

Dejen que el miedo los recorra enteros, dejenlo fluír, respiren profundo y exhalen. Ya está. Ahora es momento de cambiar las cosas que no están bien, de montar a caballo tu propia vida, de desafiarte, de salirte de la conformidad. De hacer un esfuerzo, no tan grande, porque una vez que lo hacés ya no es un esfuerzo. Es la sensación de libertad que te da el mandar a la mierda a lo establecido y hacerte cargo de tu propia vida. El resto llegará solo, porque estarán lo suficientemente bien para darse cuenta de todo lo que brilla a su alrededor.

Confíen. Haganse preguntas. Que la vida los espera con las respuestas.

5 comentarios:

Sara dijo...

Es complicado. Supongo que es una parte de nosotros que siempre esta ahi, y a la que simplemente hay que saber ignorar. Siempre un placer volver.

Nomadaf dijo...

Galileo Galilei dijo: "La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo."

Y la mejor forma de libertad es aceptarse como uno es :)

Anónimo dijo...

Ale, qué relato más esperanzador. Me emocioné mucho al leerlo. Quizás porque me identifico, también pasé períodos oscuros y hoy estoy bien, mucho mejor, viendo el sol asomarse por sobre las nubes. Qué lindo eso de confiar en nosotros mismos, en soltarse y animarse a hacer aquello que nos gusta, sin tapujos, miedos o perjuicios. Qué bueno, felicitaciones. Un fuerte abrazo

Carito dijo...

hacia rato que no me daba una vuelta por acá, este nuevo diseño de blog no me deja ver las publicaciones nuevas de los que alguna vez seguí!!!

Me gustó mucho leer esto...
confiar, algo tan dificil hoy en día!!!
Saludos Ale.

Anónimo dijo...

¡Qué texto más maravilloso y reconfortante!

Gracias.