En escasas ocasiones intento recordar. Momentos históricos de mi vida, frases por recitar, actos de voluntad que me generen un orgullo eterno al invocarlos. Y hay días en que no existen tales circunstancias. En que te ponés a pensar en todo lo que atravesaste a través de los años y no podés describir momentos atesorables. Generados únicamente por vos.

Días en que la sensación de vacío interno te genera un autoboicot difícil de ignorar. Y por un instante, a veces eterno, te rendís. Bajás los brazos. Te dedicás a racionalizar si tu felicidad es merecida. Y cuando no encontrás momentos que concluyan un sí, se derrumba todo lo que construíste hace instantes.

Muchas veces tengo miedo. Terror a que cada cosa que me hace bien yo la invierta para destruírme, en un complot consciente de autoinconsciencia. ¿Qué hice en mi vida para que hoy una sonrisa se refleje en el espejo? ¿A quién hice feliz de un modo único, sin haberle hecho nunca daño? ¿A quién dejé que me ame sin causarle disgustos? ¿En qué momento mi infierno dejó de desatarse?.

Me odio cuando me pongo así. Es un rechazo tal que me genera más ganas de negarme el estar bien, porque me hace ser desagradecido con las circunstancias y eso genera que siga sin encontrarle razones a tanta calma. Y este blog es testigo de todo lo que estoy diciendo. Años de quejarme por las cosas que me salieron mal, por las personas que me lastimaron, por la confianza que me destruyeron en un segundo, por la tristeza que me daba el ser humano en su plenitud. Años de tener pensamientos extremistas y de abandonar, abandonar y dejar todo por siempre a la deriva.

Y cuando algo bueno tocó a mi puerta, la entreabrí para cerrarla de golpe. Paralizado ante la posibilidad de reencontrarme con una parte de mí, que lamento alguna vez haber perdido. Y lo he dicho, lo he escrito más de una vez: es como si el que me hayan fallado por primera vez en mi vida, nunca me permitió volver a confiar. En los demás, y sobre todo en mí. Haciéndome partícipe y responsable de mi propia desgracia.

Ahora lloro. Y tal vez sea lo sensible de esta noche. Lloro y libero la angustia que tengo atravesada en la garganta. Lloro y me pregunto si es por esto o por algo más que no logro exorcizar. Hace nada me dijeron que deje de pensar tanto y sienta. Pero a veces creo que olvidé lo que significa eso. Que cada vez que me animo a sentir algo se interpone en el camino para que yo desista de hacerlo. Y soy yo. El que derriba soledades y las vuelve a construír. Soy yo el enemigo número uno de mi vida. Y desconozco las razones. No las entiendo. Cada vez que llega algo bueno a mi vida me petrifico y de repente un precipicio se abre bajo mis pies.

Siento que nunca crecí. Que soy un cobarde. Que la vida es hermosa para el que se anime a vivirla. Y trato de no pensar. De relajar las manos y las ganas. De buscar una salida, que no la hay. Porque no soy capaz de buscarla. Mi perra se sienta en la silla que tengo al lado y mientras lloro como un nene de 10 años apoya su cabeza contra mis piernas. Y le digo gracias. Y me siento un estúpido, no por decirle gracias, sino por necesitar que alguien me abrace en silencio y no saber pedirlo.

Soy tan frágil y tan reacio a demostrarlo. Aunque lo deje en palabras, nada de esto sirve si no puedo dejarlo en los ojos de quién me escucha. El único desahogo son las lágrimas que están cayendo sobre el teclado, para que mañana, con un nuevo sol, todo desaparezca por un tiempo. Hasta que recuerde lo triste que estoy.

La casa está en silencio, sólo escucho unos acordes del piano que le da color a todo este embrollo y el viento de esta fantástica noche. Que parece acompañarme también. Ya todo pasó, la angustia se liberó y un nuevo aire llena mi pecho. Me pregunto hasta cuándo será. En qué momento todo dejará de tener sentido y volveré a llorar como un niño que jamás acepto perder la inocencia.

Hasta cuándo.

3 comentarios:

Soledad Ezcurra dijo...

che, gracias por pasar.

Sole.-

BSP dijo...

me identifico tanmto con cada uno de los fragmentos.... especialmente en este momento de mi vida.. a sido muy grato leerte gracias!!

Anónimo dijo...

A mi lo que me gusta (ponele me gusta...) es que al menos descubrís y reconoces que el bienestar, "la felicidad" (que palabra que ya suena a grano de arroz repetido) no esta ahí afuera, no depende de los demás...si no que existe una responsabilidad de vos mismo en tu felicidad..o desfelicidad (no sé si exiiste pero al menos no suena a grano de arroz repetido)
Después bé, toca la parte más "diver" hacerse responsable de eso y luchar contra uno mismo "wiiiiiii"


un abrazo Ale