Y sentís que lo que la distancia y el orgullo quiso mellar no lo pudo hacer, que la risa espontánea o la ternura de su modo de hablar no ha cambiado un ápice, que detrás de esa personita que vivió cosas está la misma. Quizás con menos inocencia, quizás con menos utopías, con la realidad latiéndole al lado, pero soñadora, ilusoria, con todo por delante.

Alguna vez escribí en este mismo blog lo que me dolió perderla de vista, sentir que la ausencia del día a día me hacía descreer nuevamente en la Humanidad. Después dicen que uno no necesita a las personas, que lo importante es sólo estar bien uno. Pf, me niego. Hoy el día tomó otro color y sumado al Sol que iluminó la tarde estaba ella contándome sus desventuras, aciertos, novedades y proyectos. Y ni el Sol podría opacar su sonrisa cuando lo hacía.

Mientras Serrano canta de fondo, la noche mete su mano por la ventana de mi casa y me saca a bailar. Le devuelvo el gesto. Todo está por empezar. Ella me da la certeza de que todo puede ir mejor, de que las carilinas no sólo secan lágrimas de tristeza, sino también de felicidad :)

2 comentarios:

Paus dijo...

Yo leo con una sonrisa enorme este comentario y lo celebro con un mate.Los quiero!!

Ana dijo...

hermoso relato, gracias por tu comentario. Veo q compartimos la pasion por ismael..un abrazo.