Fotos, palabras, paisajes, momentos, noches de insomnio, de llantos inconsolables, de verdades a medias, de risas que aún resuenan en este corazón. Parte de un todo que me hace ser quien soy, parte de un algo que se perdió en el camino. En las cosas que dejamos de lado, en los sueños que vimos irse volando, en las charlas que nos debimos y otras que nunca callamos.

Pocas veces la vida nos destapa ante la muerte, poquísimas veces dejamos sin testigos nuestros pasos. En el hola que nos dijimos hace años, en esa llamada telefónica que duró 3 horas y una luna llena, en el momento preciso en que dijiste adiós. Todo te devuelve a este momento, en donde te ves más grande, más serio y más reacio a juntar sentimientos. Porque todos te dicen que ya pasó, que la nostalgia es un proceso amargo que denota la falta de algo en el presente.

Y puede que sea cierto, que la melancolía se apodere de un recuerdo y lo transforme en un añejado instante de nuestra vida. Pero ese mismo efímero sueño renace entre las sombras de lo que hoy yace a nuestro lado. En tu mirada, en las personas que dejamos de ver, en el grupo enorme de risas que compartían una velada un Viernes por la noche. Sabiendo que al otro día costaba madrugar.

Es recordar días y horas, situaciones exactas, desvelos interminables. Es recordarlos con dolor por ser momentos de extrema angustia y sin embargo sentir que en esos puñales estábamos más vivos que nunca. Porque éramos nosotros sin el filtro, sin la máscara, sin la mansa rutina que hoy colma nuestros días. Era despertar desestabilizado pero saber que en la palabra amiga encontrábamos la fuerza para seguir. Que no estábamos solos en ese paisaje, que podíamos parar, llorar y volver a respirar.

No sé si crecer implica tanto desapego con los sentimientos, si ser mayores es sinónimo de estabilidad: emocional, financiera, de principios. Como si nada pudiera dudarse, como si todo tuviera que darse por sentado. Sin poder darnos el lujo de caernos, de sentirnos un ser pequeño entre la gente, un ser desprotegido. Se extraña el sentirse humano, menos frío, más jugado.

Toda la vida es el instante que ya pasó, y el que vivimos, pero casi llano. Porque no somos capaces de darle vuelo, de encontrarle lo bello de romper con la rutina, de abrazarse a este cielo y soñar con un viaje donde nadie sepa de nosotros. Y al mismo tiempo alguien espere nuestro regreso.

Regresar. Al instante en que la sonrisa era sentida y el llanto un proceso interno de quiebres y desapegos en donde encontrar la manera de volver a respirar. Regresar. Al momento en que tu risa le daba sentido al presente, en que tu compañía no tenía que ser demostrada en ningún mail ni en ningún mensaje de texto. Escuchar tu voz, por sobre todo el ruido de la calle. Estrechar tus brazos, por sobre el eco de tus pasos. Encontrar la vida en el reflejo de tus manos.

Vida que se va y que regresa, que se tiñe de sepia y se corroe con los años. Vida que templa nuestro rostro añejado por el tiempo. Ojos que despiertan cuando sienten el eco de tu cuerpo resoplando cerca mío. Vida que me da el sentir que el pecho se desdobla cuando te pienso. Cuando doy fe que detrás de este que vive, está tu beso. La certeza de que en el otro está el verdadero reflejo de nuestro interior. De un nuevo cielo. De tu risa atravesando los rincones.

De la vida.

9 comentarios:

robi pena dijo...

Ale que tal estas amigo?! Veo que has hecho cambios en tu blog, esta precioso!! Que decir de tus palabras, me encanta leerte, siempre con mucha poesia!! Abrazos amigo!!

Paus dijo...

Creo que hoy no estoy para nostalgia y por eso tu entrada me hace un ruido raro...
Ya no quiero mirar hacia atras,ni siquiera para aprender,porque siempre es algo nuevo,nada me resulta igual y hago HOY lo mejor que puedo...espero al menos,asi sea.

Espérame en Siberia dijo...

Al final la vida y el tiempo se van y no vuelven. No digo que no hay que recordar. Si eso es de lo más humano. Pero tal vez nos tranquilice más aceptar las cosas como fueron, aunque duela en el proceso.

Mucha luz, Ale.

Esebloguero dijo...

Uno de los momentos más felices que guardo es aquel de una llamada telefónica que duró más de 5 horas. Al día siguiente ella se fue.

Sentimientos! dijo...

holaaa
no sabia que habías vuelto a postear,que alegría poder leerte una vez mas,realmente sos puro corazón .
beso

Anónimo dijo...

Me encanta como escribis Ale, creo que ya te lo dije. Me dan ganas de llamarte a las 3 de la mañana de un domingo con desvelo....juro no hacerlo jajaja!
Quisiera a veces que el pasado no pese tanto y poder mirar el futuro con las manos mas claras como dicen.
Gracias por leerme siempre.
Yani

viktoria dijo...

Mencanta.

Booocha sin hablar con vos, Ale


Lindo leerte.
Ese sentir
Esa SenSaCión
...

Espero estés mooy bien

Sigo acá, leyéndote un poco más

:)

Besos y buena vibraa!

Luna dijo...

Qué bueno volver a leerte!

Se te erxtrañaba.


Besos

Val dijo...

Me hacés sentirme ahí. Me hacés sonreír.