Se queda mi cabeza detenida en otro tiempo, invocando sonrisas espontáneas que no tenían prisa, que no pensaban en cuándo se irían, que se ajustaban a mi medida. Se queda la razón sin razones y mientras invento otras reglas, se derrumban las que ya existían. Es un círculo vicioso de creación y destrucción, de ver cómo cuando algo puede crecer hago lo imposible porque no pase, como si le pusiera una barrera a mis propios pasos. Sacando de algún escondite los por qué que luego me cuestiono, cumpliendo con el papel de víctima de mi vida cuando soy el victimario, queriendo despojarme de las culpas. Y son todas mías.

Siempre creí que a pesar de todo lo que pudiera hacer o dejar de hacer, era una buena persona. Ese era mi consuelo. Pero con el paso de los años dejé de estar para la gente, desconfío más, estoy más crudo, pienso antes de actuar y reveo las opciones. Todo un cúmulo de actitudes que siempre odié en la gente, porque me parecían poco humanas, tan frías y distantes. Hasta que llegué a ser como una de ellas. Ya no pido perdón, ya no intento corregirme, ya no tengo en cuenta a los demás. Podría excusarme en el hecho de haber salido lastimado mil veces, pero es irónico olvidarse de las personas que no me dieron la espalda. Y resulta que fue porque con todas me di la oportunidad. Una oportunidad que ahora reniego, disuelvo, dejo para otra vida.

Y llega el final del día y me siento vacío, para darme cuenta al otro día con la luz del Sol que el sentimiento sigue igual. ¿Y por qué? me pregunté siempre, porque yo lo elijo. Alguna vez mi mejor amigo dijo en tono de chiste que yo era una persona que buscaba a alguien que me quiera y que se deje querer, y que si no me quería no importaría, porque eso me daría la excusa para seguir escuchando Arjona y escribiendo en el blog. Los chistes en ocasiones se utilizan para decir la verdad. Y pareciera que eso es cierto, que busco estar mal, que todo me lleva a ser autodestructivo y lastimoso.

¿Y por qué? me vuelvo a preguntar, ¿con qué sentido?. ¿Qué fue lo que hizo clic en mi cabeza alguna vez para empezar a creer que no merezco nada de lo bueno que me pueda pasar? ¿Hasta qué punto de mi pasado tengo que retroceder las agujas para verlo? ¿Es qué esto nunca va a terminar?.

Hoy cualquiera que me vea podría dar fe de lo diferente que estoy, tal vez más crecido, y al mismo tiempo más aburrido e inherte que nunca. Como si crecer haya sido algo que nunca acepté, y los sueños y las cursilerías y las actitudes de niño que alguna vez me hacían sentir vivo... las sacrifiqué. Me podrán decir que todos lo hacen, pero eso no me quita el desconsuelo. Tal vez todos terminan por aceptarlo y yo no soy capaz de eso.

Hace poco terminó una serie que fue muy importante en estos últimos años para mí, Lost. Y lo fue por la historia de las personas que había, pero sobre todo por una en especial, la historia de Desmond. Me siento como él en la peor época de la serie; perdido, arrepentido, cobarde, vacío y totalmente resignado. Recuerdo llorar viendo un capítulo en especial, capítulo que reveo en ocasiones para sentirme peor de lo que estoy. Es feo ver tu vida reflejada en una historia irreal, porque te lleva a ser testigo de tu propia desdicha. Y se vuelve más terrible cuando no hacés nada para cambiarlo.

Últimamente vengo diciendole a algunas personas que me preguntan cómo estoy que aunque tengo días malos, estoy mejor que otras veces. Porque me estuve dando oportunidades. Y si bien algunas no funcionaron, lo seguí intentando. Pero eso también es puro humo, porque las que podrían funcionar me encargué de deshacerlas y dejarlas en nada. Lastimando personas en el proceso, dejando puntos suspensivos en el aire, provocando el vacío al cual parezco aferrarme una y otra y otra vez.

Yo no podría definir lo que me pasa, porque no lo entiendo. Pero sí puedo ver las consecuencias. El estancamiento que vivo y las capas de polvo que se suman a esta piel, dejandome ciego de mí mismo, porque ya no me reconozco ni me estimo ni me diferencio. Estoy donde no quiero estar pero elijo quedarme en este punto. Tal vez para seguir escuchando Arjona y escribiendo en este blog. Tal vez para nunca salir de este agujero. Quizás para sentir lástima de ver en quién me convertí y aceptar lo patético que me resulta ser yo al mirarme en el espejo. Tan nada.

3 comentarios:

Carolina. dijo...

AMO COMO ESCRIBIS CHABON.

valeria dijo...

Ale, yo creo que cuesta mucho salir de un mundo que uno mismo se encargó de construir, derribar aquel muro que construimos piedrita tras piedrita con nuestros miedos. Pero creo que tomar consciencia de nuestras acciones, de la responsabilidad y de la elección que hay en lo que pensamos y hacemos…es dar un paso adelante.
No vas a dejar de escuchar Arjona ni de escribir el blog, pero quizás despojándote de eso que vos llamás “culpas” (ojo, la culpa nunca debe ser atribuida a un solo lado) puedas ir abriendo tus ojos hacia otros rumbos, hacia otros horizontes en dónde haya más sonrisas que lágrimas.
Los chistes siempre tienen algo de verdad, y creo que (lo creo así porque de hecho así me ha pasado) muchas veces nos acostumbramos a estar mal, buscamos excusas para seguirlo estando. Sinceramente, no sé si esto se puede controlar acá. ¡Oh! Es que a los sentimentales siempre nos dominan las emociones querido Ale, ¡y es tan difícil pensar al estilo de lord Henry!
No creo necesario sacrificar los anhelos de nuestra infancia. ¡Por favor sigamos las enseñanzas del Principito! Lo que si veo necesario es des-naturalizar los estados de tristeza para comprender que la vida no solo está compuesta de ellos.
Yo también alguna vez me encargué de destruirlo todo. Pero estamos vivos, y la misma capacidad que utilizamos en destruir debemos emplearla en construir….pero solo lo lograremos si empeñamos en ese paso nuestra voluntad y nuestras ganas de querer despojarnos de un yo empobrecido que solo se arroja piedras sobre sí mismo. Descubriendo que somos más que eso, descubriendo lo bello que hay en nosotros y que resulta opacado cuando caemos en la más desoladora de las melancolías.

valeria dijo...

Por cierto: siempre recuerdo aquella frase que alguna vez escribiste: "todo depende de la música con que se lo mire...", siempre la recuerdo y la repito porque me parece muy real, muy acertada...y me encantaría que puedas mirar a la vida con la música de los Beatles, ¡estoy segura de que sonreirías! :)