Vanesa. Como despertarse de un sueño y darse cuenta que no lo fue. Vanesa. Inmejorable sonrisa para despistar a la tristeza. Vanesa. El lugar donde encontrarse a uno mismo sin mirarse al espejo. Vanesa. Donde el huracán se aquieta y las hormonas se balancean. Vanesa. Puente que derriba las barreras entre dos soledades. Vanesa. Imprudente hazaña de querer hacer míos sus labios. Vanesa. Un rincón nunca vacío y desolado. Vanesa. La oportunidad que se desprende cuando todo carece de sentido. Vanesa. Y el terremoto sentimental de lo que pudo haber sido.

Pocas veces un nombre encierra tanta magia, tanta belleza, tanta ilusión. Porque la maravilla se nos presenta de a pedazos, casi imperceptible, y hay que estar muy atento para notarla y no pasar de largo ante ella. Vanesa. Lluvia que no duele porque baña el alma de tristezas, y se encierra el corazón en una burbuja mental que se quiebra ante su ausencia. Y si la felicidad esconde un enigma, seguramente ella sea la respuesta. Caprichosa, fugaz, cuidada, agazapada por malos tratos. Pero perfecta hasta en su sombra. Vanesa.

Hoy el mundo tal vez se meta bajo tu almohada para escucharte soñar, mientras otros nos contentamos con verte pasar debajo de nuestra ventana. Estirando la mano para tocarte y nunca soltarte, estirando la esperanza como un elástico irrompible. Como tu risa, como tu magia, como tu voz. Vanesa. No alcanzan los adjetivos perfectos para describirte, porque todavía no se inventaron. Todavía no pudieron descifrar su musa los poetas, absortos en contemplarte cuando el Sol esconde tu hermosura y la Luna realza tu fulgor. Vanesa.

Vanesa, que sin saberlo deambulás por las calles de este mundo enamorando corazones, acaparando miradas, destilando recuerdos de tiempos mozos en donde las sonrisas eran moneda corriente en la hoy presente soledad de este mundo. Que se arrodillen los ángeles para invocar tu sonrisa, que Dios juegue a los dados haciendo trampa para que siempre salga tu número, que las tristezas se avergüencen de haber aparecido sabiéndote por ahí... irremediablamente encantadora.

Vanesa. Si entendieras la magia que se desprende de tus ojos no volverías a cerrarlos, no dejarías al mundo en penumbras hasta que decidas regresar. Vanesa. Absoluta presencia en las sonrisas de los que tuvieron la dicha de encontrarte. De enamorarse. De contemplarte. Vanesa. La dulce Vanesa, escurriéndose entre los que soñamos con tu esencia dispersa en todas las mujeres que encontramos. Para nunca hallarla, dejando en evidencia que tu milagro tiene forma en tu cuerpo, en tu rastro, y nunca en otros labios. Vanesa.

Pedazo de gloria de cielo ganado, un sábado cualquiera alrededor de un abrazo. Vanesa. Quédate tan solo un rato. Vanesa. Un eterno rato.

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