La decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, porque contiene dentro de sí la rendición.

Emil Ludwig



Anoche me di cuenta que mientras duró la magia de este enamoramiento que me atravesó estos meses, volví a encontrar una parte mía que estaba perdida. Y ahora que toda esa ilusión se desvaneció la volví a perder. Acá es cuando reafirmo que no me importaba si toda esa historia en mi cabeza tenía un buen final, porque lo importante no era el final, era todo el tiempo que duró esa sensación. Porque la felicidad se aparece de a ratos, no es un estado constante. Y son esos ratos a los que hay aferrarse y apretar bien fuerte.

Hoy ese momento ya pasó, y otra vez la sensación de vacío se apodera de mis días. Solo me queda el recuerdo de aquello que no fue y las ganas de que haya sido. No me amarga el desencanto de no haber podido robarle un beso, abrazar su cintura, impregnarme su perfume. Me amarga el inerte momento que ya no está, que se desvaneció. Me amarga el no poder encontrarle una razón al Sol en la ventana, o por qué hoy tengo que levantarme. Antes la había, y se desprendía por todos los rincones.

Será tiempo de silencios absurdos, de nada que contar, de nada que me haga vibrar con el interrogante de qué pasará. Será otra vez la pregunta sin respuesta, y ni siquiera el intento de averiguarla. Será lo que dure este letargo, lástima que por lo general lo bueno dura poco y lo no bueno se extiende día tras día hasta perder la cuenta de cuánto tiempo pasó.

Pero si algo aprendí de todo esto, es que de nada sirve el miedo a sentir. Y por primera vez en mucho tiempo no sentí miedo de hacerlo, el temor era más por saberme otra vez con este vacío, cosa que finalmente sucedió. Y por más que algún anónimo me aconseje no mostrar mis sentimientos, yo no me aprendo la fórmula. Y seguiré sufriendo desencantos, seguiré dejando vulnerable a este corazón, seguiré permitiendo que alguien pase de largo por él. Porque la vida sigue ahí, rondando mis pasos, y si la encuentro otra vez en la vereda quién sabe si no me da otra oportunidad de escucharla. De dejarme llevar. De dejarse encantar.

4 comentarios:

Quijo dijo...

Lo mejor de estos casos es esa sensación que te deja día a día en el estomágo, ese no saber que pasará, esa cara de idiota feliz que se te queda...Si, lo bueno dura poco, pero yo creo que mientras dure hay que aprovecharlo con toda intensidad, vivirlo, sin importar que algún día pueda desaparecer, aunque después nos quedemos vulnerables, vacíos, huecos...En algún sitio leí, que "quién tiene miedo a sentir, tiene miedo a la vida, y quién tiene miedo a la vida, está muerto". Un beso Ale!

Sofi dijo...

Los tiempos de silencio a veces sirven para escuchar la propia voz que muchas veces se calla para no arruinarnos los momentos en los que sólo sentimos y dejamos de pensar.

Me encantaron los dos últimos dos párrafos.

Maria del Sur dijo...

muy bien, asi me gusta...q no escuche a anonimos cobardes...y que sea como siempre lo eh imaginado
un abrazo Ale


pd: que lindo es poder comentar

Luna dijo...

Los silencios no siempre son silencios a veces son pausas. Y a veces son necesarios.